31 de marzo de 2009

Mi primera bicicleta

Esta foto, a pesar de que parece tomada con una Kodak Junior 110, es del sábado pasado. Nunca tuve una bicicleta (violines, por favor) y no por no quererla. La verdad es que, cuando escuincle, nunca me llamó la atención eso de andar por ahí en dos ruedas. De hecho, aprendí a andar en una ya bastante peludito (12 o 13 años). Cagado, pero primero aprendí a andar en patineta que en bicla (en la primera y única que tuve (pero ese será tema para otro post)). Y sí, para completar el cliché, aprendí en la Chopper Vagabundo Azul de mi hermano (obsequio que recibió en la navidad de 1990). Después de aprender, me gustó tanto, que todas las tardes salía a visitar amigos y amigas en colonias aledañas en la bicicleta que mi hermano tuviera en ese momento. Entonces, a pesar de que nunca tuve una, siempre me gustó pedalear bicicletas (ajenas, pero prestadas).

Si leen este espacio, notarán que Red y un servidor somos fanáticos del Ciclotón, así que decidimos mandar al diablo las horrendas bicicletas del H. GDF y comprarnos unas decentes para dicho fin. Después de buscarle, terminamos haciéndole caso al buen M. Arrubarrena (un pana del trabajo) y lanzarnos a la Mechuda, cuna de diversos tipos de bicicletas (con marco de acero, aluminio y de esas que pedaleas sólo por media hora). Al final salimos con estas señoritas rodada 26, asientos cómodos y 18 velocidades que costaron mucho, pero mucho menos que lo que pensábamos gastar.

Las estrenamos en el Ciclotón del pasado domingo y sí, fue una experiencia inmejorable. Para empezar, las velocidades si aumentan considerablemente el desempeño, sobre todo en las pendientes (que no son muchas en el recorrido de 24+ km), pero el pedaleo es mucho más eficiente en las partes planas y en el centro de la ciudad. Terminamos casi en el mismo tiempo que en otras ocasiones, con la diferencia de que ahora nos fuimos más tranquilos, sin la presión de tener que llegar a determinada hora para devolver los vehículos. Y acabamos mucho menos cansados.

En otra cosa que no tiene nada que ver con lo anterior, agrego dos discos azules a la colección:

2001: A Space Oddisey (21 de 48) y Donnie Darko (22 de 48) reavivan el fervor por adquirir mis cintas favoritas en este formato. La primera ya se me había escapado una vez hace un par de meses, cuando comenzaba con esta colección. En ese momento compré otra cosa y después, le perdí la pista. Ya no me vuelve a pasar. A la segunda le traía ganas desde que supe que iba a salir y para que no me pase lo del ejemplo anterior, de una vez me la llevé.

La tetralogía original de Batman, tendrá que esperar para la quincena. ¿Quieres saber más?

30 de marzo de 2009

Idea Suelta: Esto es Galerías Atizapán...

Una nueva plaza comercial, en medio de la nada, con aires de suburbio gringo, como alguna vez lo fue el fallido (comercialmente) Interlomas...

Esto es el único Wendy’s cerca de la zona metropolitana del Distrito Federal (hasta el momento)...

Lo inauguraron hace un par de semanas en la plaza mencionada con anterioridad.

Esto es un menú Wendy’s de Big Classic Triple con Queso, patatas francesas, soda dietética (ja ja ja ) y un Frosty de Fresa...

Red y yo nos lanzamos el viernes para degustar las hamburguesas que se encuentran en mi top 5 de este alimento (en la categoría Fast Food).

Por fortuna, parece ser que a finales del próximo mes, abrirán una nueva sucursal en mundo ñE, así el traslado será un poco más leve. La última vez que comí una Wendy’s fue en Tijuana hace casi dos años.

Veredicto

La hamburguesa igual que siempre: Fresca, jugosa y llena de sabor. Cumplidora.
Las patatas igual que siempre: Nada del otro mundo.
El Frosty bastante aguado: No lo pediré de nuevo.

¿Valió la pena el viaje hasta Atizapán? Mmmhm, creo que sí. Moríamos de hambre.

¿Regresaremos? No. Prefiero convivir con la tribu sateluca en Mundo ñE, gracias.
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20 de marzo de 2009

Bumblebee Revenge of The Fallen Deluxe y el pilón...

En vista de que, de acuerdo con lo que me informó el distinguido Sr. Mdverde, además de mis investigaciones por las páginas de Mercado Libre, mi Bumblebee ROTF bien podría ser uno de los primeros disponibles en latinoamérica, así que decidí compartir con los seguidores de este humilde trozo de red el desempaque del mismo. Así, los curiosos podrán darse más o menos una idea de lo que pueden esperar una vez que estas figuras estén a la venta. Seguidme...

—El logo no tiene nada espectacular, aunque el tono rojizo del fondo lo realza—

—El cartón distintivo trae el rostro del personaje, su nombre y afiliación—

—La figura, a diferencia de las Deluxe de la primera película, viene transformada en robot—

—Sí, nos están vendiendo Stacy's Malibu. He aquí el sombrero nuevo—

—Los jeroglíficos onda los lentes del Sr. Witwicky adquieren más importancia en los empaques—

—La parte trasera. "Colecciónalos todos". Eso haré, Hasbro.

—Un Sideswipe me hubiera hecho muy, pero muy feliz...—

—Robot enemigo genérico #2: no se ve del todo mal—

—La parte interior del empaque. Más runas—

—Tal vez me recuerden por... mis numerosas versiones en la cinta anterior—

—Vista trasera—

—Rostro modificado. Parece como personaje animatrónico sin carnita—

—Una comparación con el Deluxe anterior—

—Rostro diferente. El amarillo es el mismo, aunque el azul de los cristales es más oscuro en la ROTF—

—La matrícula es la misma, pero en esta ocasión, las partes robóticas son grises y no negras—

Bueno, ya me daré tiempo para transformarla y dar mis impresiones. Ahora, como lo solicitó el tocayo... la garra de Glotón a fondo.

—Deberían ser dos, ¿no?—

—Alambritos, los enemigos de la diversión instantánea—

Y ahora, un video con los sonidos. Nótese que cuesta un poco de trabajo meter las cuchillas. Si es doloroso para Wolvie, para un escuincle de 5 yo creo que más...



*por alguna extraña razón, el video se ve como a 15 fps. El original se ve bien. Luego grabo otro y lo actualizo.
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18 de marzo de 2009

Fin de la sequía

Estaba por subir un post acerca de mi austeridad Transformer, al superar el mes sin comprar una sola figura transformable. Esto debido a mi interés por estabilizar mi situación financiera para recuperar la relación sana con mis tarjetas de crédito. El caso es que justo en la mañana, recibí una notificación en la que se me informaba que me iban a entregar un paquete. ¿Recuerdan mi visita a Hasbro? Al final del post comenté que además de los juguetes que gané por contestar varias trivias, fui el ganador de un sorteo (cortesía de las entrañas de R2–D2), cuyo premio sorpresa, llegaría en marzo. “Esperemos que sea un TF”, comenté. Pues que le atino. Bueno, casi...

Todo esto fue mi regalo: Super Soaker Arctic Blast, Nerf Rapid Fire 20, Garras de Wolverine, 2 Mighty Muggs (Cyclops y Anakin), Fabrica de Spaghetti Play–Doh, G.I. Joe Combat Heroes, X–Men Origins Wolverine Moto Mutante, Transformers Bumple Battlers, Obi–Wan Kenobi Lightsaber, Wolverine action figure y Monopoly Cartas.

(pant, pant)

Ahora bien, notarán que en el centro de la foto está Bumblebee Revenge of the Fallen Deluxe!!!! (#421), mi primer TF de ROTF. No se si ya estén a la venta por estos rumbos, pero por lo menos yo no los he visto. Quiero imaginarme que en Estados Unidos ya llevan un rato disponibles. De cualquier modo, sea o no primicia para los coleccionistas latinos, en mi colección sí lo es. La sequía TF terminó justo hoy con esta figura. A pesar de mi felicidad por recibir un robot que acabó con mis ataques de ansiedad, no fue el primer juguete que probé. Mi mirada estaba bien puesta sobre la Nerf Rapid Fire 20. ¿Por qué no había estos juguetes cuando era niño? Si ahora me divierto a mares, no puedo imaginarme las horas de sana diversión que un arma de este calibre me habría dado.

De hecho, ya inventamos un deporte, tírale al Niño:

Acaban de ser testigos de cómo el buen Beto desquitó su ira contra su jefe inmediato (que se encuentra en viaje de negocios). Si llegas a leer esto Mendoza, cero muina y prepara el brazo para usarlo contra tu jefe inmediato ahora que regreses (en sentido figurado).
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13 de marzo de 2009

Idea Suelta: Jugar por el achievement

Adquirí mi Xbox 360 en diciembre del 2006. En realidad, quería regalarme un Wii, pero como nunca pude conseguir uno a un precio decente en esa época, ni modo, me dejé llevar por el impulso y lo compré con un par de títulos para iniciarme. No es que tuviera nada en contra de Microsoft. Todo lo contrario; el primer Xbox todavía lo tengo y en ocasiones juego con él. Jugué mucho, muchísimo esa consola (a veces pienso que mucho más de lo que en realidad hubiera querido) y por cuestiones de los trabajos y el tiempo, me retiré de las consolas caseras para darle atención a las portátiles, que se apegaban más a mi ritmo de vida de aquel entonces.

El caso es que cuando comencé a jugar, tuve mi primer contacto con la ‘novedad’ de los logros o achievements. Para los que les importa un pito esta onda de los videojuegos, les explico: se trata de un sistema de calificación por medio de metas que le brinda al jugador puntos determinados por completar acciones específicas dentro de un título. Ejemplo: termina el primer nivel del juego, recibes 20 GamerPoints. Muy sencillo. Estos puntos se acumulan en tu identidad virtual (concepto de TV Azteca, gracias) y sirven —en teoría— para crear una reputación al usuario y que la gente con la que convive tenga una idea de sus logros, válgala....

Al parecer, la idea era agregarle más valor al juego para que volvieras a tocarlo después de terminarlo. Mi primer achievement lo obtuve en un juego que venía gratis, Hexic HD. Creo que fueron 10 puntitos. A los dos días, ya había jugado Gears of War y ya contaba con 200 y cacho de puntos. Y así, conforme jugué varios títulos, mi marcador de jugador se elevo. Es importante destacar que muchas de las personas con las que jugaba en aquel entonces superaban por mucho mi puntuación, pues ya llevaban tiempo acumulando logros. El caso es que como a los dos meses tenía yo alrededor de 1,500 puntos.

Un día, en una de esas ‘conversaciones que me hubiera encantado grabar’, un sujeto al que acababa de conocer (y que se decía conocedor y videojugador acérrimo) comentó que comulgaba mucho con el sistema de los achievements, pues era, y cito: ‘un claro indicador de las capacidades de un jugador’. Apliqué mi mirada lateral de ‘sí, claro’, pero por desgracia, no había nadie para hacerme la segunda. Los pocos miembros que estaban en esa conversación, dieron por correcta la declaración. Los que me conocen saben que tengo problemas para quedarme callado cuando algo no me parece, así que le dije que después de tener la consola por un par de meses, noté que la idea original tras el sistema se había desvirtuado hacia un y me cito: ‘afán incontrolable por jugar sin sentido sólo para obtener puntos’. El acérrimo jugador me preguntó “¿cuántos puntos tienes tú?”. “Como 1,500”, respondí. “JA JA JA, si gustas hablamos cuando tengas más de 10,000, como yo”, sentenció.

Según la lógica de este cabrón, era aproximadamente 10 veces mejor jugador que yo, sólo por tener más puntos. Con la cosquillita McFly, le dije que cualquier persona, sin importar sus ‘capacidades’ podía igualar e incluso superar su increíble marca en cuestión de semanas. “Tendría que ser un sujeto dedicado, hábil y con mucha paciencia”, aclaró. “Me la pelas, pendejete”, pensé.

Entonces, inicié mi cruzada, analizando cada uno de los títulos en los cuales “El Mago de los Juegos” —nombre con el que bauticé a este H. individuo— había obtenido sus puntos. Los conocedores sabrán lo que sigue: títulos de deportes, juegos para niños y uno que otro título de acción y aventura eran los estandartes de su idílica reputación. Bastaron 2 horas de leer un par de guías en internet, artículos y páginas de expertos para conocer el 'secreto' de tales achievements. Guías onda “cómo obtener 5,000 puntos en un fin de semana” o “trucos para sacar los 1,000 puntos de X juego” eran la constante dentro de una comunidad en internet dedicada a 'jugar para inflar' la reputación.

Con esos conocimientos gratuitos, exprimí los títulos que tenía hasta donde pude, compré algunos más, pedí prestados otros tantos y me sometí a un proceso de engorda (de mi GamerCard y mi persona, por comer tanta chatarra en la espera de los puntos fáciles). Para no hacer el cuento largo, en menos de 3 meses, la reputación del sujeto aumentó sólo 2,000 puntos aproximadamente, mientras que la de un servidor ya rondaba los 15,000 puntos.

Poco antes de superarlo, el susodicho me envió un mensaje. “Te he notado ocupadón, campeón”, escribió en tono burlón. “Pues ya ves, aquí, mejorando mis ‘capacidades’”, repliqué. “Cada vez ponen los achievements más fáciles en los juegos, ¿no?”, opinó el maestro. “¿Y tu bellota, ardillita?”, pensé.

Me la interpelo él, su puntuación y, sobre todo, su teoría. Cualquiera con un poco de tiempo y esfuerzo (y algo de dinero), puede hacerse de una ‘reputación’ que muy, pero muy poco tiene que ver con las habilidades. La prueba viviente de este paradigma destrozado es, por supuesto, un servidor.

Un amigo (que trabaja en algo relacionado con los videojuegos y cuya opinión es de fiar) me comentaba que en efecto, hay achievements que en verdad son indicadores de dedicación y esfuerzo. Mata a +50,000 zombies, juega +150 horas, completa el juego en modo ultrasupermegarchirecontradifícil sin armas son, verdaderamente, logros que respeto. Pero cuando uno de esos logros (que por lo regular no superan los 100 puntos) se ve opacado por otros que valen 1,000 puntos y obtienes en menos de una hora, es claro que el sistema tiene fallas.

Ayer, jugando un título Arcade que no sabía que tenía en mi consola, superé la barrera de los 30,000 puntos. Hace tiempo ya que borré de mi lista de ‘amigos’ al Mago de los Juegos, así que no pude revisar cuál era la ventaja que le llevaba. Seguro es bastante —cuando superé los 20,000, el todavía no rebasaba los 15,000—.

Este sistema de puntuación, cambió por completo la manera en la cual mucha gente juega (me incluyo). El modelo que tanto ataqué al principio es ahora una de mis principales fuentes de entretenimiento. Recuerdo que en todas las consolas anteriores, siempre regresaba para jugar X título y terminarlo de nuevo sólo para disfrutar la experiencia una vez más. Hubo varios RPG de +50 horas que jugué hasta tres veces o títulos de disparos en los que me entretenía sólo disparando sin sentido. Confieso que han existido ocasiones en las que ya no juego un título por pensar algo como “a ese ya le saqué todos los puntos que pude”, a pesar de que el título es muy divertido. O de plano ignorar otras consolas por la idea de que mientras juegas, tu puntuación no crece (pregúntenle a mi Wii y al Super Smash Bros. Melee que sólo jugué una vez).

Mantengo mi postura sobre las ‘capacidades’. Tengo amigos con muy, pero muy pocos puntos y me dan la vuelta completa en Call of Duty 4. De igual forma hay gente que tiene casi los 1,000 puntos de Gears of War 2 y su trasero cae víctima de mi sed de sangre implacable. En resumen: además de formar parte de un marcador que sólo sirve para impresionar a los impresionables (como la gente que estaba en la reunión que comenté al principio), los logros no son un indicador real de la destreza de un jugador. Pero diablos, ¡qué adictivo es el sonido que emite la consola cuando ganas uno! Y tú, ¿juegas por la diversión o juegas por el achievement?
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9 de marzo de 2009

Idea Suelta: ¿Quién vigila al cácaro?

“A estas alturas, ya deberían ofrecer salas con las películas sin subtitulaje”, le comentaba a Red, mientras esperábamos en la sala IMAX el viernes para ver Watchmen. “Espero que esta tenga el mismo formato en pantalla que Spider–Man 3”. Y es que esta última cinta en el colosal formato, dejaba una barra negra muy, pero muy abajo en la pantalla donde se veían los subtítulos, dejando limpia y sin estorbos la imagen. Bueno, ni Transformers en IMAX tuvo este formato para los que no gustamos de líneas de texto con nuestras cintas. “Si quisiera leer, iría a la escuela”, diría Butt–Head. Como sea, la cinta empezó, y aunque nos robaron como un metro de película en la parte superior (el formato anamórfico no llenaba toda la pantalla), los subtítulos prácticamente no interferían con el filme, así que todo iba bien. Pero, a los 15 o 20 minutos de cinta....

...media docena de geeks (del único tipo de gente que había en la primera función IMAX el día del estreno) comenzaron a chiflar. “Alguna imprecisión con alguna traducción que no capté”, pensé. No se trataba de eso. Al parecer, los subtítulos llevaban retraso. Desbloqueé mi vista closed caption para ver si era cierto y efectivamente: a 20 minutos de la cinta, se veían los subtítulos de la primera escena. Y todavía se me ocurre aplicar el “sssshhhhh”. Pero bueno, mientras muchos veíamos la película pocamadre, más de la mitad de la sala no. Y eso al final es injusto para los que pagaron un boleto de 70 pesotes.

Una turba iracunda se puso de pie y (me imagino) fue a quejarse. La cinta se detuvo 10 minutos después para que un empleaducho entrara a ponernos al tanto. “Tuvimos un pequeño problema con los subtítulos”, dijo el trabajador. “¡No!, ¿en serio?”, reclamó la gente en tono burlón. “Vamos a correr la cinta justo donde se quedó ya con los subtítulos bien”, replicó el obrero. “¡Ni madres, desde el principio!”, indicó un miembro del público. “¡Desde el principio, tarado!”, acentuó uno más, “Estacionamiento gratis”, exclamé. Casi 20 minutos después (el reloj del estacionamiento corría), reinstalaron la cinta. Y sí, para sorpresa de todos, los subtítulos siguieron igual. No pude evitar percatarme que hubo una frase (no recuerdo cual) que se mantuvo en pantalla durante más de 15 minutos. Fue hilarante. Mucha gente abandonó la sala, otros tantos al parecer fueron a quejarse (de nuevo). Al final terminamos de ver el filme así, sin contratiempos (para los que no pelábamos los subtítulos, claro). Al parecer, se compusieron como 15 minutos antes del final. Pero ya era demasiado tarde, todo el mundo estaba encabronadísimo.

Y digo todos porque a pesar de que mi deseo del principio se cumplió, se me hacía injusta la pausa de la cinta (que no resolvió nada) y el tiempo extra que iba a pagar de estacionamiento. Se abrieron las puertas y me dirigí a atención al cliente, donde, para mi sorpresa, sólo había cinco fulanitos reclamando (de una sala a un 70% de su capacidad). Me integré al pliego petitorio que demandaba se reintegrara el dinero. “Les ofrezco quedarse para ver la función de nuevo”, negoció la gerente. Yo más que eso, quería que se me pagara el estacionamiento. Al final, por estar poniendo cara de “no es justo que se nos trate así”, me dieron pases dobles para cualquier función, cualquier día y 50 pesos para el pago del estacionamiento. Fueron 56 pesos, pero bueno. Seis pesitos no dolieron.

Pensamos seriamente regresar para verla de nuevo en IMAX (con los pases gratis). Así es, la volvería a ver por dos razones: a) para disfrutarla sin cortes y b) porque está muy buena.

Pasamos entonces al ya clásico 5/5 de este blog que, más que una reseña pretenciosa con malabares seudointelectuales, es sólo una opinión de un ser como tú amiguito (a) que gusta de la charla mundana con alcohol después de ir al cine. Empezamos (spoilers, obvio):

5 cosas que NO me gustaron de Watchmen:

-Marquen mis palabras: esta película NO, y repito, NO ganará nada por el maquillaje. Es pésimo. Ya sea narices falsas, arrugas de broma o pelucas abultadas, todos esos elementos fallan catastróficamente. El formato IMAX sólo hace más evidente el hecho. Es posible ver lo fake en el peinado de príncipe valiente de Ozymandias, la cara maltrecha de Sally Jupiter o la nariz de Nixon.

-¿Qué pedo con el pésimo Nixon? Parecía una caracterización salida del pestilente programa La Parodia (si no lo han visto, sigan vírgenes). Así de mala. Después del grandioso expresidente de Frost/Nixon o mi favorito de Anthony Hopkins, el público merecía mínimo un buen imitador del icónico personaje. Vamos, hasta el surfer con máscara de Point Break hubiera hecho un papel más digno.

-La historia se siente muy acelerada. Esto bien podría ser la predisposición por conocer la novela gráfica. Hay momentos cuando los personajes parecen comediantes (sin pun) en Whose line is it anyway?, por el ritmo frenético de escenas que deberían ser más calmadas.

-Silk Spectre II y el Doc Manhattan se sienten tibios. En el comic ella es dominante, enojona y de armas tomar, como dirían en provincia. Aquí luce simplemente, atractiva. No transmite el feeling de femme fatale. Y en cuanto al dotor, bueno... esperaba que la voz fuera más profunda y lacónica. Una mezcla entre HAL 9000 y Protheus IV -la super computadora de Demon Seed- habría funcionado perfectamente.

-La escena de sexo está SUUUUUUUPER gratuita. Seamos honestos: página y media del comic se convirtió en un festín de poco más de dos minutos de carne y fluidos.

5 cosas que me gustaron de Watchmen:

-La manera como se resolvió la ausencia del calamar gigante me pareció adecuada. La justificación del autoexilio de Manhattan por el crimen que no cometió (música de Hulk, por favor) le da redondez a la historia cinematográfica sin problemas.

-La resolución de brincos en la historia (como Rorschach recuperando su traje en la cárcel en vez de dar el rol a su casa o el papel del fan de Tales of the Black Freighter y el dueño del estanquillo) estuvieron bien pensadas.

-La fidelidad a la obra fuente se siente en muchos lugares. En particular, me impactó la escena del funeral. El sentimiento es el mismo que transmiten las viñetas del comic. Kudos para Snyder. El inicio es épico, lleno de emotividad y sorpresas. Me fascinó lo de Kennedy. Totalmente The Comedian. Las golpizas,
TODAS, tienen el elemento gráfico característico de la novela.

-La música es precisa y abunda sin ahogarte entre tonaditas. El mood ochentero se siente un poco forzado al final, pero funciona. En particular me encantó la parte donde Doc Manhattan da una mirada a su pasado. No se siente como película de Tarantino que parecen videos musicales pegados con Kola Loka. Todo lo contrario, es una sinfonía de 2 horas y media.

-La (si no empezaba este punto con ‘la’, explotaba) escena de sexo esta SUUUUUUUPER cachorra. Si, así de predecibles y calenturientos somos la mayoría de los fans. A pesar de que se siente más como fanvouyerismo hecho realidad, la silueta de Malin Akerman fue un gesto por demás agradecido. Gracias, en verdad.

¿Fue mejor que la obra original? Por supuesto que no (¿alguien acaso esperaba que lo fuera?). Pero es una excelente adaptación que por mucho supera a otra media docena de películas de superhéroes hechas hasta el momento (estoy viendo hacia donde está Spidey y todas sus películas).

Próximamente haré un TOP de películas de encapuchados. Y seguro Watchmen estará en él...
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2 de marzo de 2009

Idea Suelta: De ratas y nazis...

Ayer asistí con Red al Museo Universitario de Arte Contemporáneo. Después de dar el tour obligado por exposiciones que llamaron medianamente mi atención, llegó la hora de entrar al plato fuerte del día: el experimento/muestra/obra Cantos Cívicos, concepción del artista NILC/Miguel Ventura. Tratar de explicarlo en un par de líneas es tan fútil como el padre que llevó a su hijo de 5/6 años e intentó explicarle la recalcitrante naturaleza de la creación. Pero como tampoco me gustaría no intentarlo, lo haré: esta puesta es la cúspide magnífica de la crítica al nacionalsocialismo alemán, que a su vez se convierte en la crítica imperfecta a cualquier tipo de nacionalismo y enaltece en el absurdo al imperialismo neoliberal dentro de un experimento artístico que bien podría ser la fantasía masturbatoria lisérgica de Goebbels durante un speech en Berlín del Führer.

(pant, pant)

Soy el típico que ante una clara advertencia tipo “Esta exposición incluye imágenes que podrían herir susceptibilidades...”, emite un infantil “Bah”. Tras 20 minutos de impacto visual y saturación ideológica, los roedores dentro eran la menor de mis preocupaciones. Para entender la polémica que causó en su apertura, es necesario conocerla y tomarse el tiempo para asimilarla. La recomiendo. Y aunque soy fan de vivir la experiencia a partir de cero, visiten el blog oficial de la obra, si gustan. Si quieren ver algunas imágenes, les muestro las que tomé después del brinco...












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