12 de enero de 2009

Idea Suelta: Who will watch the Watchmen?

El fin de semana terminé de leer Watchmen. Mi opinión es la de un sujeto que en su era teen era fanático de X–Men, Spider–Man, Wildcats, The Avengers, Fantastic Four, Sandman y Death. Nada muy clavado, más bien trendy. Sí destinaba buena parte de mis mesadas a la compra de parafernalia relacionada con los comics, pero nunca pasé al nivel hardcore o fan from hell. En las reuniones con gente normal (ya saben, de esa gente que tiene vidas comunes y ordinarias) pareciera que tengo doctorado en este pedo, pero la verdad es que en los cuartos pequeños, la oscuridad de la ignorancia vuelve más brillante a la luz pequeña. Como sea, el caso es que aquí va mi veredicto y mi pronóstico para la cinta que llegará en un par de meses...

Watchmen es la mejor novela gráfica que he leído. Así de fácil. Mi bagaje en la materia se limita al material con el que tuve contacto durante la década de 1990, así que tampoco tengo muchos parámetros de comparación con obras publicadas antes o después. ¿Por qué es buena? Porque nunca había leído algo como esto. La forma en la que está estructurada la historia (que ya de entrada es una de las mejores historias de superhéroes que conozco) es lo que hace a Watchmen tan especial. No es la típica historia Marvel, donde A) un malo hace algo malo, b) los buenos intentan detener al malo, c) el malo se ve más inteligente que los buenos y c) los buenos ganan o medio ganan. Tampoco es la crónica fancy Wildstorm o Image donde el estilo gráfico en ocasiones sirve como distracción de historias con una hoja carta de argumento y 20+ giros de tuerca que al final revuelcan la historia en confusión.

Watchmen
es complejidad, sensibilidad y fuerza que tienen como marco una historia verosímil, humana, llena de elementos mundanos con una excesiva carga de emotividad. Los personajes se alejan de la unidimensionalidad que por lo regular abunda en los comics (el héroe adolescente, el villano trágico, el antihéroe irreverente, etc) y rebozan realidad. Los héroes son humanos en toda la extensión de la palabra.

Bastaron siete páginas (como los 7 segundos de Carol Kinsey) para darme cuenta que no me embarcaba en un viaje ordinario. La narrativa rompe los esquemas de lo tradicional y además, de paso, les mienta la madre. La obra de Moore, Gibbons y Higgins es tan diferente, que en ocasiones es hiriente. Hiere la racionalidad del lector habituado a las historias simples donde todo está bajo control y el lector es el que lleva las riendas. En Watchmen, no sólo eres un espectador sin poder y control, eres un curioso que a lo largo de las páginas recibirá migas de información tan pequeñas y subjetivas, que tu hambre por conocer más te obligará a seguir leyendo a pesar de la humillante sensación de total desconocimiento. No existirá un sólo momento en el que la historia te desinterese o sea floja. Desde mi punto de vista, esto es justamente la clave del éxito en Watchmen: el saber siempre tan poco de lo que en realidad ocurre, es lo que mantiene vivo el interés en la historia y el deseo por interpretar hasta el más mínimo detalle.

No pienso echarle a perder el gusto de leer esta obra a nadie. Simplemente diré a los que no lo han hecho que no se eviten el gusto de disfrutar esta pieza de inteligencia gráfica. Buscarle negativos es fútil. La coherencia de la historia/arte es inviolable.

Ahora bien, con la película a la vuelta de la esquina, tal vez a alguien le interese conocer mi pronóstico (o tal vez no). Pero igual me vale madre y lo daré. Hace tiempo, hablé con un conocedor de los comics y lector fanático de la obra. Él comentó que se sentía decepcionado por lo que había visto en los trailers ya que no había “tomas propositivas” o elementos “diferentes”. En concreto: él esperaba más. Debo aclarar que cuando tuve mi primer contacto con la cinta en este evento, para ser honestos, no entendí un pito de lo que se vio en pantalla. No supe quien era bueno, malo, de que se iba a tratar, nada. Ahora, que vi el trailer más reciente, mi ritmo cardiaco se elevó al reconocer cada lugar, personaje, momento climático, diálogo y ver que Zach Snyder (director de 300), está haciendo lo que debe con la obra que se le encomendó. No puede existir “algo más”, no se tiene que hacer “algo nuevo” en una obra increíble como ésta. A finales de la década de 1980, cuando Watchmen vio la luz, fue innovadora por el manejo de la historia, las viñetas y su narrativa. Agregarle “tomas propositivas” o elementos “diferentes” a una obra perfecta corrompería el sensible equilibrio del que siempre sufren los comics llevados a la pantalla grande. Meterle más mano de la que debes a Watchmen, sería un pecado. Un pecado que ningún verdadero fan de la novela gráfica —me incluyo— perdonaría. Watchmen es increíble por lo que ya es, no por lo que esperas de ella. Y esto se aplica para la novela y la película por igual.

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